Escrito por: Julián Acosta Gómez, Promotor de Lectura de la Sala de Lectura José Manuel Arango e integrante de Opinión a la Plaza.
Unos conservan la boca entreabierta y miran a sus madres como si cuestionaran la verdad de lo que avistan. Otros gritan a los personajes que se entrelazan en pequeñas fábulas de animales juguetones. Están los jóvenes aún uniformados y con los útiles escolares entre las piernas. Los amantes silencian los estertores del mundo con un beso. Las pompas de jabón se levantan sobre todos para unirse al cielo helado de una tarde de junio. Es lunes veintitrés y las graderías del Parque Simón Bolivar no logran contener la muchedumbre soñadora. “El teatro es una escuela de llanto y de risa… (…) un pueblo que no ayuda y no fomenta su teatro, si no está muerto, está moribundo”, dice García Lorca a quien ahogaron —pero nunca silenciaron— las balas. El Carmen de Viboral se ha tornado en un hogar para el teatro y los habitantes acogen el rótulo de espectador como quien acepta la visita del ser amado. Las carcajadas y las lágrimas son la dádiva para los fabuladores que hacen corpóreo el sueño.
Obra “Cuentos que no son cuento” de Teatro del Sur en el XXIII F. I. T. El Gesto Noble.
Fotografía: Alejandra Londoño – Oficina de Comunicaciones del Instituto de Cultura El Carmen de Viboral.
Escrito por: Julián Acosta Gómez, Promotor de Lectura de la Sala de Lectura José Manuel Arango e integrante de Opinión a la Plaza.
En la obra Cuentos que no son cuento presentada por el grupo TEATRO DEL SUR se plantea un collage de relatos que descreen de la anécdota pero adoptan la revisión crítica que termina por minar estigmas sociales. En el primer cuadro Choco, un pollo que busca a su madre, gira perdido en el mundo. Precisa la identidad en la similitud, intenta encontrar en otros sus propias individualidades para en última instancia hallar la familia en la pluralidad de una diversa familia. El segundo cuadro muestra la tensión padre-hija de una niña que desea volar con sus amigos pájaros y el hombre, hosco, se opone en todo momento. El papel de la enseñanza se transmuta en la obra: es la niña quien finalmente termina por enseñar al padre a volar aunque él lo creyera imposible. Es una metáfora del sabido tema del niño interior, de la profundidad que existe en la carencia del prejuicio infantil. La obra ha sido presentada para un público infantil pero me basta girar la cabeza para encontrar los ojos afilados de los adultos que parecen debatir a muerte con sus niños sobre la suerte de los personajes.
Obra “Caín” del TEF en el XXIII F. I. T. El Gesto Noble.
Fotografía: Andrés Alzate Idárraga – Oficina de Comunicaciones del Instituto de Cultura El Carmen de Viboral.
El frío arde bajo la piel. El frío se hace otra presencia que no se distingue del cuerpo. Son las 9:00 pm y el parque se puebla de personajes bíblicos. La risa de TEATRO EXPERIMENTAL DE FONTIBÓN TEF busca cuestionar estructuras fijadas en las sociedades conservadoras. Hay una intensión de desmitificar el erotismo, de reconstrucción simbólica en los mitos religiosos, hay una fuerte tendencia a minar las conductas de los estados capitalistas. En ese sentido, se han servido de la obra Caín (2009) de José Saramago como punto de partida. La conexión de los actores con el público releva la pertinencia del contenido y la forma expresiva para transmitirlo. El comentario humorístico y la búsqueda de la risa prometen una búsqueda por la risa como crítica.
La ligera lluvia no desaparece las sonrisas. Una pareja mira al cielo, la mujer limpia las goteras del otro rostro. Las carcajadas se liberan pero la semilla de la crítica ha germinado.