Escrito por: Julián Acosta Gómez, Promotor de Lectura de la Sala de Lectura José Manuel Arango e integrante de Opinión a la Plaza.
Fotografía tomada por Daniel Galeano – VII Vìboral Rock 2016, agrupación D. P. I. en el Parque Principal de El Carmen de Viboral. Oficina de Comunicaciones del Instituto de Cultura El Carmen de Viboral.
Anecdotario: La guitarra y sus muchas manos
Escrito por: Julián Acosta Gómez, Promotor de Lectura de la Sala de Lectura José Manuel Arango e integrante de Opinión a la Plaza.
Si Hermógenes fue repatriado desde Noruega por orinar en espacios públicos o arrojar basuras al suelo, es para mí un misterio. Había llegado a mitad de los años ochenta, cuando en las bandas de rock de Medellín las guitarras eléctricas eran objetos sagrados: nadie las había visto. Hermógenes trajo consigo una y como un Melquiades que lleva las invenciones de La Tierra al mundo oculto, comenzó su peregrinación por las bandas de todo Medellín para brindarla. La dejaba en manos de la banda no más de media hora, él siempre presente, y al recobrarla iba a visitar otra banda que solicitaba los favores de La Ferviente Noruega. En esos tiempos, los amplificadores y los distorsionadores eran fabricados por los mismos músicos sobre la base de planos que conseguían en revistas de electrónica. Aún cuando los primeros distorsionadores y amplificadores llegaron a la ciudad los músicos preferían seguir con sus construcciones empíricas para no sucumbir ante la voracidad de los gastos, llegaron incluso a fabricar sus propias guitarras eléctricas. Así fueron los primeros instrumentos. Recuerda Jimmy Jazz, “cuando llegaron las primeras baterías, a las de nosotros las miraban feo, la de nosotros era de cuero de vaca y todo el mundo la iba sacando para un lado y nos prestaban la de ellos, y nosotros: pues, listo, como mande majestad”.
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