Estábamos ansiosos. La séptima versión de uno de los festivales de rock pionero en el Oriente antioqueño, se nos mostraba con un cúmulo de retos y novedades respecto a las versiones anteriores.
Una apuesta por la paz en los sonidos del rock
Escrito por: Eisen Hawer López Chica
Colaboración: Berónica Rojas Alzate.
También estábamos nerviosos, sería la primera vez que el Viboral Rock se llevaría al parque principal del Municipio, un parque recién remodelado, en día domingo consagrado a Dios por la comunidad conservadora y creyente, tradición en los pueblos colombianos. Había una gran expectativa, y desde el viernes 27 se respiraba un ambiente rockero en el pueblo. Las jornadas académicas fueron el evento encargado de abrir la séptima versión del Viboral Rock.
Estos encuentros de diálogo, discusión y reflexión en torno a la música, han sido uno de los valores agregados del festival desde su primera versión. Este año, el historiador e investigador social John Montoya Ospina, en compañía de Ricardo Ospina, filósofo y caricaturista, hablaron en torno al grito del rock, y cómo éste ha estado presente desde sus inicios y se consolida en el punto de convergencia de las músicas alternativas. Por su parte, Santiago Arango Naranjo, Periodista y Director de Haga La U, y quien además ha he hecho parte del Festival desde su primera versión, nos mostró las cicatrices que deja el sonido, como fórmulas para borrar, o sanar más bien, las cicatrices generadas por la guerra, la muerte, el desplazamiento y la desaparición forzada. En la última ponencia, la nostalgia de una época cantada y contada a través del Metal, fue expuesta por Juan David Alzate, periodista y magister en historia del arte.