Jorge Dubatti o la doble emancipación del espectador teatral.

Por: Ricardo Ospina Gallego, Filosofo y docente Escuela de Artes del Instituto de Cultura El Carmen de Viboral.

Foto: Fabián Rendón Morales.

La teoría teatral había omitido la experiencia de espectador como campo de preguntas que sirven de motor para la renovación de la práctica teatral. Jorge Dubatti, reconocido crítico y profesor académico de teatro se aventuró en la formación de públicos creando en Argentina la escuela de espectadores en la que según sus palabras, más que enseñar “contenidos” o acreditar un saber a través de un título, busca formar en la actitud hacia el teatro y la vida.
Esto quiere decir mucho. Con Jorge Dubatti no se puede recurrir a la retórica para describirlo, es un maestro en todo el sentido dela palabra, solo que con Rancière podemos decir que es un maestro ignorante, lo contrario de un pedagogo embrutecedor, alguien que parte siempre del otro para crear su propia teoría, palabra que tiene que ver con los orígenes del teatro. Theorein es expectación, visión que no depende únicamente de los sentidos porque revela también lo inefable que rebasa los límites. El théatron designaba a su vez la platea, el mirador, el lugar donde se sentaba el público y theomai es el ver aparecer, el aguardar.
El teatro no inventó la teatralidad, nos aclara Dubatti, sino que le antecede la organización de la mirada del otro y luego el teatro toma de allí para darle una novedad; no somos únicamente homo sapiens sino también homo theatralis, vivimos en una red de miradas, nos dejamos organizar la mirada y al mismo tiempo organizamos la mirada de los otros; no es un concepto únicamente teatral, viene de un atributo humano y es por eso que el teatro no es solo comunicación, ante todo es acontecimiento; pasa algo que excede al lenguaje y nos vincula con la experiencia en un elemento de reunión, el convivio, lo que comienza desde la primera vez que se juntaron dos seres humanos. Quizá sea esto lo que se ha omitido, siempre hablamos del espectáculo, de la dirección, de la escena, pero pocas veces tenemos en cuenta al espectador que completa el circuito del acontecimiento.
En el seminario, “El entrenamiento de los espectadores” en el marco del Festival, Jorge Dubatti hace también de su conversación un convivio del que nos llega de inmediato su sentido del humor, sus anécdotas graciosas y hasta su manera de ponerse en escena a partir de las múltiples vivencias obtenidas como crítico y profesor. La formación de espectadores tiene para él una dimensión emancipadora. El espectador de hoy es alguien que se ha “empoderado” del espectáculo, no como alguien que dependa de una autoridad de conocimiento, puesto que nadie le dice que lo debe sentir sino que es él quien se va a situar con sus propios criterios de interpretación para valorar la obra que está percibiendo. Pero no basta con la ilusoria democratización del espectador emancipado, se requiere de una doble emancipación nos advierte Dubatti, tampoco basta la mera intuición, existe también una utopía del espectador. Hay que darle el lugar que se merece, crear una sociedad de espectadores generosos, hospitalarios, abiertos, con voluntad de diálogo, un politeísmo del gusto, un espectador compañero, ese es el sentido ético que resulta de una experiencia nueva como espectador. La palabra viene de compagnis, compartir el pan con el otro espectador y con el artista.
Uno de los núcleos de su visión del teatro es la metáfora; metaphoré significa transporte, algo que no puede ser otra cosa que mudanza. El teatro entonces nos permite ese transporte, construir algo que nos muda a otro plano pero que tiene a su vez la intensidad de la experiencia; en el momento en que acontece, el espectador participa de esa dimensión, en un acto que solo ocurre aquí, ahora, en el instante de la experiencia, pero que será recordado en un momento impredecible.
El seminario es también un acontecimiento. Dubatti bromea cuando nos revela los encuentros y desencuentros en su escuela de espectadores que se reúnen los lunes en un ritual festivo. Todo termina en una filosofía del teatro, lo que compartimos son las preguntas fundamentales por la existencia, el conocimiento, la muerte, las experiencias límite, una ética para formar un espectador creador tocado por la pasión, algo que nos hace levantar el vuelo, como Jorge Dubatti en clase intentando representar un pájaro.

Ir al contenido