La tribuna urbana.
Por: Juan José Ossa Zuluaga. Miembro de la Oficina de Comunicaciones del Instituto de Cultura de El Carmen de Viboral.
Fotografía: Valentín Betancur.
Las gradas.
El público está eufórico, Superlitio está en la tarima tocando y el parque principal de El Carmen de Viboral es una fiesta, en el frente del escenario y pese a la jornada maratónica de conciertos que se ha vivido durante el tercer día del Víboral Rock, la plazoleta está repleta y los ánimos del público siguen intactos; se grita, se baila, se salta. Al frente del escenario una pareja de enamorados se miran, se besan y se abrazan, el hombre le canta al oído la melodía que suena en el escenario, ‘sexo con amor’, mientras ella sonríe con la mirada perdida en algún lugar. Ellos están como lo dice una canción de Marea, “cada vez más solos rodeados de gente”.
Mientras en el Víboral Rock todos vibran en una misma frecuencia, los miembros de Doctor Krápula se encuentran en el camerino ubicado en los bajos de la Casa Cural. El lugar está repleto de personas, unos se encuentran sentados en los sofás que se han dispuesto para la banda, otros lo hacen en el piso o están de pie absortos en sus rituales personales antes del show. Bien podría ser el vestuario de un equipo de futbol que se prepara para salir a la cancha. En la sala nadie está en silencio, se dan indicaciones, hay risas, conversaciones eufóricas y una consigna en el aire “hoy la vamos a romper”.
Al igual que en un equipo de futbol, hay “aguateros” que llevan de un lado a otro vasos de Whisky que sirven de una botella que va por la mitad. Si hay nervios de por medio ninguno lo deja ver, más de 20 años de estar girando con la banda les ha dado a los integrantes de Krápula el fogaje para dejar que todo fluya.
Solo queda salir a la cancha y poner eufórica a la tribuna en que se ha convertido el parque de El Carmen de Viboral.
Comienza el partido y ruedan las preguntas:
– El futbol, el barrio y lo cotidiano, siempre han estado presentes en las letras de Krápula, ¿por qué narrar desde el barrio?
La lleva David Jaramillo (el medio campista).
La fiesta del camerino contrasta con la actitud calmada de David, un hombre alto, cuarentón, de hecho todos en la banda lo son, su barba y pelo tienen canas. Él es el bajista y segunda voz de la banda. Habla despacio y con un marcado acento bogotano.
– Nosotros desde siempre hemos sido amantes del deporte que se juega en la calle, pues nosotros mismos lo jugábamos cuando chicos. Cuando empezamos con el grupo también teníamos sueños de futbolistas que no se realizaron, pero que de cierta forma los realizamos a través de la música, de estar en contacto con los equipos y que en algunas finales de fútbol pudimos tocar, pues esa es la alegría del fútbol y también pudimos admirar a la gente que está soñando y trabajando en su anhelo de ser un deportista y sacar la cara por su pueblo, por su municipio.
… Y se la pasa a Mario Muñoz (El delantero).
Mario es el vocalista de Krápula, él al igual que un delantero en el futbol es la figura más visible, pues está encargado de transmitir en palabras la propuesta estética y musical de la banda. Hacer una gambeta, un gol o cantar una estrofa frente a miles de personas es algo que requiere de habilidad y práctica, dos elementos comunes en ambos roles.
– Nosotros siempre hemos sido de cierta manera unos contadores de historias desde la ciudad ¿no? Así como existe la gente que hace folklore y cuenta la realidad desde su vereda, de su campo, pues nosotros contamos las vivencias nuestras del barrio, la vida diaria de nosotros. A pesar de todo el tiempo que llevamos en esto nunca hemos dejado de ser unos manes que caminan por su barrio igual que siempre y lo cantamos. Cantamos lo que vemos diario, el partidito que jugamos, le cantamos a la chica que tenemos, le cantamos a los problemas que tiene el país, la región, el continente. O sea, digamos que el secreto de nuestra música ha sido no alejarnos de la realidad, esa es la vaina.
… La devuelve a Sergio Acosta (El defensa).
Sergio es el encargado de los teclados. Mira fija mente a los ojos de las personas cuando conversa con ellas, lo cual encubre un poco la timidez que hay en su voz. Él habla de forma pausada como hilando cada idea antes de modular palabra.
– Esa pregunta me hizo acordarme de cosas. Yo creo que esa es la historia de la música, las historias de las bandas arrancan desde los barrios, desde las movidas de las ciudades, como nace el rock, qué sé yo, desde diferentes ciudades del planeta.
Por cosas de la vida empieza un movimiento muy grande desde el Ska en Bogotá. Con los Skalloweens (conciertos de Ska, que toman el nombre de una canción de la banda Skatalites) y de repente un Skalloween podía convocar casi dos mil personas, que eso era muy raro para la época, estoy hablando de 1996 – 1997 y en épocas donde no existían las redes sociales. Entonces empezaba el voz a voz, los afiches. Y por ese tipo de cosas, por gustos musicales y amigos en común nos empezamos a encontrar y empezamos una banda que se llamaba ‘Lagarta’. Después de un año decidimos cambiarle el nombre y ahí comienza toda la historia de Doctor Krápula. Yo creo que deberíamos hacer un libro, jajaja.
Entonces así es como arranca el rock de barrio, yo creo que el rock por historia arranca en el barrio y en toda la parte obrera. No solo en Colombia o en Latinoamérica, sino en cualquier parte del mundo empieza con personas que tienen rabia con mil cosas y empiezan a escribir sobre esto.
El periodista gana la pelota y lanza la pregunta:
– ¿Cómo resistimos desde la Música?
Sergio la intercepta y la trasporta.
– Pues yo creo que no resistimos, yo creo que lo hacemos por amor, creo que más que resistir lo hacemos porque sentimos que es una necesidad, sentimos que es una responsabilidad y creemos que como artistas hay que hablar de cosas. Cuando somos un amplificador de la gente pues lo siguiente es que tienes que apoyarlo como una responsabilidad y creo que todos los artistas deberían ser conscientes de eso.
Hace un cambio de frente a Mario.
– Creo que siempre hay que tener una postura sin temores. Digo, no arriesgar la vida tampoco, pero no tener temor sobre lo que puede decir la gente sobre una canción o sobre un ritmo o una idea, hay que plantearlo y hay que plantearlo con carácter, hay que sembrar ideas. Finalmente no le estas diciendo a nadie que cambie su forma de pensar simplemente es estar poniendo semillas para que la gente vea que agarra y a cuál de esas ideas le echa agua para que dé frutos después.
Cualquier filosofía que creas síguela y no te dejes cambiar de idea con lo que dicen en la tele, o lo que dicen en la radio y la misma prensa. Tu eres periodista (me mira fijamente), que están ahora casi que pagados para cambiar ideas. Entonces si uno se mantiene firme y es independiente, es veraz, si es original en lo que está diciendo y es algo importante. Las tendencias pasan como una ola grandísima y uno debajo de esa ola puede bucear y puede caretear y puede surfear y no necesariamente tiene uno que montarse en ella. Después esa marea pasa y uno es como un crustáceo, firme, en su caminar lento, pero ahí va.
Mario no tiene ángulo de tiro, se la devuelve a David.
– Nosotros desde que nos fundamos pensamos que hacía falta cruzar el arte con un fin mayor a adular un ego o una personalidad o una propuesta estética. Creemos que el arte definitivamente es un canal que sana la memoria, que nos recuerda también quiénes somos, de dónde venimos, hacia dónde vamos como raza. Y esa pregunta filosófica es la que nos llevó a hacer el grupo, fue como una decisión de vida hacer arte consiente y ese propósito lo hemos estado investigando. Hay un detonante que es la situación en la que los pueblos ancestrales de nuestro país están, eso nos abrió los ojos a nosotros, nos llevó, digamos, a vivir una vida con una visión diferente que tiene que ver con preferir el agua que el oro, con preferir la energía renovable a la energía de una hidroeléctrica, en fin.
Es decir estamos ante la posibilidad de sobrevivir como raza (humana) o no. Y yo creo que la experiencia de los pueblos ancestrales en Colombia; Cauca, Chocó, el interior, los Muiscas, la gente en la Sierra Nevada, en la Amazonía, son gente que está muy avanzada, y los proyectos y mega proyectos que se quieren hacer en estos territorios son una amenaza a la estabilidad del mundo entero, no solo a las comunidades de allí.
El periodista hace un quite deslizante.
– ¿Qué tenemos que aprender de estas comunidades?
Pero David hace una gambeta.
– Pues definitivamente el amor que tienen por el agua, por el origen del agua, esa intimidad que guardan sobre sus ritos espirituales y naturales, las plantas medicinales, el uso de las plantas y el propio cultivo de los alimentos, en fin. Yo creo que la cultura ancestral es una cultura milenaria que lleva siglos y milenios de estructuración y hemos en cierta forma, estado ajenos a esto que digamos era lo que no querían los colonizadores que se supiera de estas tierras, que tenían un desarrollo intelectual, un desarrollo espiritual y un desarrollo sostenible verdaderamente. Y aún después de todos esos siglos de dificultades y amenazas, hoy por hoy sus territorios permanecen como una esperanza de un paradigma diferente que no se encierra en unas paredes de concreto a odiar y consumir todo lo que nos rodea.
… Y le pasa la pelota a Sergio.
– Yo diría que ellos están es muy avanzados, fíjate que cuando hemos estado de gira yo me he dado cuenta que los países desarrollados están más hacia esa tendencia. Por ejemplo cuando vamos a Alemania la gente está optando por usar menos el carro, por usar la bicicleta, por usar energías más amigables con el medio ambiente, por estar más conectados con la naturaleza, con estar menos conectados con el internet y la televisión.
Entonces al final como que se están dando cuenta que conectarse más con la tierra es más importante que conectarse con la tecnología y finalmente están adaptando la tecnología a que sea más amigable con el medio ambiente, la tendencia es un poco hacia allá. Creo que los que estamos subdesarrollados seguimos siendo nosotros, los indígenas están muy elevados, están muy conectados con la tierra. De hecho en muchos estudios que yo escuchaba de documentales en Europa ellos los reconocen como eso, como gente que está en otro punto. Y pues sí, creo que tenemos mucho que aprender de ahí, tenemos mucho que aprender sobre cuidar la tierra como ellos lo hacen.
Nosotros hicimos un ejercicio que fue muy bonito, que fue el disco Amazonas y fue pensar ¿cómo nosotros como músicos citadinos podíamos hacer algo parecido a los pueblos indígenas? Entonces hicimos toda una mezcla de cantos indígenas, tuvimos la experiencia de vivir con los indígenas, de experimentar, de ver cómo funcionan ellos como comunidad, lo vivimos y de ahí, de esa experiencia, agarramos eso para componer un disco y hablar del tema.
El periodista lanza la pregunta, se encuentra en el aire ¡ todos están atentos al cabezazo!
– El asunto de la marginalidad o estar contando historias desde los perdedores, si se les puede decir así, de los indígenas frente a la multinacional, los pueblos ancestrales que nos contaba David y su cosmogonía ¿por qué hacer música con este mensaje y no dedicarse a….?
Mario La intercepta.
– … A ganar plata, jajaja. No, pues por lo mismo, nosotros tenemos un hilo muy fuerte con nuestra realidad y con lo que vivimos a diario y en ese orden de ideas entendimos desde que hicimos la banda, que lo que nosotros hacemos puede ser un lindo puente entre muchas personas, que son la mayoría, en sus diferentes causas y la masificación de esas causas que van desde lo ambiental y desde lo social; explotación minera, explotación laboral. Porque, pues nosotros no podemos ser indiferentes. Sería más fácil hacer canciones fáciles y ganar plata y ya, pero no tendría el mismo sabor, ¿no? No podría hablarle uno a los hijos de uno diciendo ‘mire que si se puede trabajar entre todos y pensando ’pa todos’.
Mario se acerca peligrosamente a la portería.
– Ya digamos la papa y las bendiciones de hacer música vienen por añadidura. Nosotros vivimos de esto hace veinte años y vivimos bien y no nos falta nada y hemos tenido con que mantener nuestras familias haciendo rock and roll y tenemos la fortuna de dedicarnos cien por ciento a eso. Y eso en un país como este ya es hacer historia.
¡GOLAZOOOOO!
El vivir como lo dice Mario del arte en un país como Colombia, dedicar cada día a hacer lo que se ama y no morir de hambre en el intento es, de cierto modo, meter un golazo. Esos sueños de ser futbolista que en su infancia tuvo David, se convirtieron con los años en melodías y letras que fundamentan la idea de juego del partido que ellos decidieron jugar. Un partido por el planeta, por una forma diferente de pensar el desarrollo, por ser felices haciendo lo que se quiere.
A fuera del corredor, subiendo las escaleras de los bajos de la Casa Cural, la tribuna urbana está a punto de reventar. En pocos minutos la fiesta del camerino se trasladará a la tarima, se corearán las canciones de Doctor Krápula, al igual que ha sucedido cientos o miles de veces en diferentes lugares del mundo. Hoy, en una maravillosa coincidencia, es domingo y al igual que la canción, les toca ponerse la 10 y ser los “pibes del barrio.”