Pensar en clave animal: memorias decimonoveno Foro Anual de Filosofía STOA

“Para dibujar un pájaro

es preciso primero

dibujar un cielo,

entonces ya no sería necesario

dibujar el pájaro,

él nacería

por sustentación;

pájaro y cielo son por necesitarse.”

Poema de Mario Acevedo Acebedo

In memoriam Mario Acevedo Acebedo (10 de junio de 1952 – 4 de enero de 2024)

Por: Juan Manuel Vásquez V.

Cuando a mediados de 1975 el pintor dublinés Francis Bacon retrató al óleo el que sería uno de sus estudios menos conocidos en torno a las figuras caninas, tomó una decisión que, tal vez sin sospecharlo, sería crucial cincuenta años después. Con un fulgurante rojo bermellón trazó líneas violentas que atravesaron ya no solo el ámbito en el lienzo, sino también el cuerpo del perro que protagonizaba su pintura. En los trabajos anteriores de aquella serie predominaban los colores planos y opacos en las superficies y el abatimiento solitario de la figura animal. En esta ocasión, sin embargo, Bacon había optado, a último momento, por surcar con líneas vigorosas el espacio pictórico. En aquel instante, gracias a ese gesto salvaje que subvertía ya no solo el espíritu de la serie sino del arte precedente, el artista compuso una obra en la que la presencia inquietante de los límites se sugería como una parte constitutiva de la mirada animal. En adelante, las líneas escarlatas de las baldosas no estarían más tras el cuerpo o bajo este —respetuosas de las leyes de la verosimilitud en las artes o de la verdad en la filosofía— o, lo que es lo mismo, de su percepción de la realidad. Por el contrario, cubrirían para siempre sus ojos, como aquel vendaje; se enredarían en sus patas traseras, para hacerle más lento el paso y permitirle la reflexión propia del detenimiento; avanzarían por su pecho y al volver a su mirada le regresarían una perspectiva nueva: la posibilidad de un alma sin equívocas particiones que era ya, toda ella, un cuerpo animal y múltiple.

Medio siglo después de que este paseante cínico esbozado por Bacon diera inicio a su viaje por las galerías del mundo, con menos atención de la que se le dio al “Estudio después del Retrato del Papa Inocencio X de Velázquez”, a los “Tres estudios para figuras al pie de una crucifixión” o a la “Mujer reclinada”, encontró lugar como imagen de la decimonovena versión del Foro Anual de Filosofía STOA.

Desde el miércoles 18 hasta el sábado 21 de septiembre los asistentes a este espacio para el pensamiento se acercaron a reflexiones de todo tipo sobre un tema común: la animalidad y los límites de lo humano. Esta versión del Foro estuvo dedicada a la memoria de Mario Acevedo Acebedo, poeta fundador de la actividad para el fomento a la lectura llamada “La Carreta de Leer”. La obra literaria de Mario esbozó líneas rojas en torno a nuestra comprensión del diálogo con lo animal y de aquí que su devenir en rayo, perro o pájaro acompañara esta nueva versión del STOA.

El primero de los cuatro días del Foro empezó con la charla “Jaguares y antropofagia: alteridad en el perspectivismo amerindio”, del filósofo argentino Diego Singer, magíster de la Universidad de Buenos Aires. En la búsqueda de diversificar los contornos desde los cuales la filosofía permite que broten sus efluvios, el pensamiento de Singer ha hallado en la antropología y la poesía dos grandes alicientes. Así, su participación cimentó las bases de las preguntas sobre el carácter simbólico del relato del canibalismo, su ritualidad y en qué medida cada cuerpo —tanto animal como humano— piensa en la medida en que establece relaciones, ya que esos vínculos se dan a su vez en el rito de la depredación. Esta crítica a la idea de la excepcionalidad humana, la cual se ha constituido durante milenios sobre el supuesto de que solo el existente humano piensa, se fue consolidando poco a poco en las sucesivas participaciones de los invitados, así como con las preguntas que seguían a las conferencias, por parte de un público notablemente vinculado a las reflexiones del STOA.

Ya entrada la noche del primer día tuvo lugar el performance “Devenir de un viaje de primavera”, de la estudiante de la Licenciatura en Artes Escénicas de la Universidad de Antioquia Daniela Arango, dirigido por la docente Luz Dary Alzate. A esta intervención artística la siguió la ponencia inaugural “Devenir animal en el portón del Instante” de Ricardo Ospina, doctor en Filosofía de la Universidad Pontificia Bolivariana y cofundador, junto a Paula Toro, del Grupo Kinoks y del Foro STOA. La conferencia consistió en un lúcido recorrido por el pensamiento de Heráclito, Nietzsche, Deleuze y Guattari, que de vez en vez precisaba del cine para cristalizar en imágenes las ideas anunciadas por los autores. El valor del balbuceo como el ruido que antecede al pensamiento, echar por tierra el falso binomio hombre—animal, la idea del logos como un elemento que atraviesa tanto al animal como al rayo o al agua, o la necesidad de un filósofo que sea también un artista del pensamiento fueron algunos de los postulados que se defendieron durante la intervención.

El segundo día del Foro acogió las charlas de los jóvenes ponentes Santiago García Villa, Samuel Villa Márquez, Kevin Stewart Echavarría y Angie Marcela Jaimes, las que itineraron entre temas como la presunta exclusividad humana, la ecología oscura de Morton, los devenires del brujo en la literatura de Carlos Castaneda o el leer la obra de Clarice Lispector como una suerte de bestiario. A estas propuestas siguió un desmontaje en el que se tuvo la oportunidad de dialogar sobre el proceso investigativo del performance presentado el día anterior y, tras él, la ponencia del magíster en Literatura de la Universidad de Antioquia Daniel Jaramillo Giraldo sobre la relación entre naturaleza y humano en la obra de Mario Escobar Velásquez. En esta ponencia y la conversación posterior, los oyentes se sumergieron en un río hecho de palabras y en sus aguas se abrevaron los tigres de los animalarios medievales, las bestias portentosas de las crónicas de Indias y, finalmente, los gráciles gatillos reimaginados por Mario en obras como Marimonda, En las lindes del monte o Muy Caribe está.

El Foro se empezó a acercar a su clausura el viernes con la estremecedora ponencia de la doctora Mónica Cragnolini “Pensar a los animales o pensar con los animales”, en la que se establecieron unas líneas de semejanza entre el holocausto judío y la violencia sistemática contra los cuerpos de los animales no solo en el ámbito de la industria alimentaria, sino del arte especista. Tras esta participación, en la sala de Teatro Tespys siguió la disertación “Ontología dualista y el odio a la naturaleza” del doctor de la Universidad de Kiel Andrés Saldarriaga Madrigal en la que se realizó un cuestionamiento de la historia de la filosofía occidental, cuya metafísica ha intentado por toda clase de medios estipular que el hombre es hombre en tanto depure de sí todo resquicio de lo animal. La participación de Andrés denunció la necesidad de pensar una ontología que no partiera en la defensa de este binomio que ha derivado en la explotación de todas las formas de vida alternas, construir una sabiduría que propugnara por una concepción de la vida que se viera reflejada en unas prácticas concretas en la vida cotidiana en comunidad. El cierre a la serie de intervenciones del penúltimo día del Foro estuvo a cargo del invitado internacional Oscar Cruz, proveniente de Santiago de Cuba, quien presentó un ejemplar análisis del tema animal en la poesía de Huhgues, Lezama Lima y Rubén Darío bajo la premisa del avistamiento.

Unas horas más tarde, alojada de nuevo en la Sala Montañas de la Casa de la Cultura, la noche acogió la velada teatral del Grupo Móvil Teatro Bogotá. Un sentido y disparatado homenaje a la memoria y obra del maestro Santiago García, quien fue durante cinco décadas director del Teatro La Candelaria. Esta “Perorata de un Tomate Cuadrado” propuso una puesta en escena con una vorágine de elementos escénicos que se arremolinaban en torno al camino de regreso de Santiago, su tránsito por la enfermedad de los olvidos y cómo esta desmesura del ridículo y la locura permitía devenir animal en el homenaje festivo que le habían escrito sus amigos aprendices.

Ninguno de los asistentes a la conversación sobre la “Perorata”, que abrió en la mañana del sábado el día final del Foro, fue indiferente a la conversación entre Liliana Montaña, César Badillo y Ricardo Ospina. Como en una especie de pesca, la seguidilla de preguntas y respuestas dejaba perlas como que el cazador también deviene animal cuando sigue las huellas de su presa; y el artista, en cazador cuando sigue los rastros de sus cuestionamientos vitales. Incluso pensaron en el fragor de la palabra que el nombre de la obra no debería ser “perorata”, sino “disparate”, ya que en él hay instantes de la lucidez que comparten la naturaleza del animal y del lunático: el gato se dispara sobre el ave; el hongo, la espora; la planta, sus semillas. Era, por consiguiente, una representación que habitaba los límites del juego y la memoria, de la tecnología como poder confrontado y burlado, no una hagiografía, sino una obra dirigida en clave de delirio bestial, que le arrancó sus lágrimas festivas a la noche del viernes y sus palmas fervientes a la mañana del último día del Foro.

Las conferencias finales impartidas por Gonzalo Soto y Silvana Vignale abarrotaron las butacas del teatro. En ambas se condensaban las voces que habían resonado sobre las tablas del auditorio-jungla, de la sala-prado, de la aula-bosque, aquellas mismas en las que se habían imbricado hasta hacerse indistinguibles la reflexión y la animalidad.

La participación de Gonzalo Soto brindó al Foro profundos cuestionamientos sobre la figura de Diógenes el Cínico, su devenir cosmopolita y la férrea crítica al poder que este practicó. En la ponencia final, a cargo de Silvana Vignale, la doctora argentina tejió un sutil hilo entre sus propios postulados y los de cada una de las intervenciones que la antecedieron.

Al ágape que clausuró el evento lo acompañó la mención por parte del director del Instituto de Cultura Julián Trujillo de que, por su trayectoria, el Foro había sido declarado en las últimas semanas patrimonio inmaterial del municipio, junto a eventos tan importantes en el panorama cultural como el Carnavalito, el Víboral Rock o El Gesto Noble.

El banquete y el recital de flamenco a cargo de Al-Andalus llegaron de la mano del agradecimiento de los organizadores a quienes habían asistido a las actividades de esta decimonovena versión del Foro Anual de Filosofía. El mismo fue respondido con un merecido homenaje ya no solo a Mario Acevedo Acebedo, sino también a sus fundadores. Veinte años atrás Ricardo Ospina y Paula Toro habían dado inicio a un remanso combativo para las ideas que, al margen de los discursos masivos, han ido alimentando este cuerpo cada vez más genuinamente comunitario, pensante y animal que respira entre las montañas de El Carmen de Viboral.

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