Aspiramos, con la complicidad de todos ustedes generar nuevos acercamientos, y cometer colectivamente, después de reconocernos, la herejía de construir nuestro propio saber.
Las palabras que vendrán a continuación las haremos en la voluntad de intentar compartir brevemente algunas consideraciones que aboguen por este proceso que apenas comienza. No serán pues un conjuro para manipular este acontecimiento, ni mucho menos, como se acostumbra en estos casos. La verdad es que no confiamos en los comienzos solemnes, rodeados de atención y silencio, y que se imponen, como queriendo distinguirse desde lejos, como un ritual para pretender respeto y terror.
El armazón de estas palabras, no quiere ser un discurso exhaustivo que, profetice el porvenir de este espacio, ni que decore con palabras bonitas y deseables, y bien recitadas las posturas aquí trazadas. Lo que se propone aquí serán solo encuentros, encuentros múltiples, divergentes y solidarios, serán conversaciones cotidianas, solo eso.
En el ánimo de intentar describir por qué surge esta iniciativa y para evitar titubeos sobre su sustentación, lo que habrá que decir entonces es que esto no es nada más que una disculpa para convocarlos, reunirlos, tenerlos cerquita. Nos parece que es conveniente presentar desde el principio abiertamente los caprichos que sobre éstos se han depositado, y del cual ustedes, quienes nos acompañaran, están irremediablemente vinculados.
El lenguaje es cercanía, y esa es la intención de éstos “encuentros”. Estos encuentros sólo existirán si hay presencia y relación, diálogo.
Aspiramos con la participación de todos ustedes constituir una nueva complicidad en la que sea posible generar nuevos acercamientos, reconocimientos y cometer colectivamente, la herejía de construir nuestro propio saber. Queremos proponerles que forjemos en nuestro propio lenguaje, una nueva trayectoria biográfica de este territorio, en la posibilidad de justificar, maldecir, celebrar, culpar, alabar, argumentar nuestra historia. Interrogar el pasado para comprender el presente, promover una nueva composición de nuestros relatos, una invitación a reescribir, reconstruir y sucumbir ante el poder de una nueva historia.
“Encuentros Historia Viva” es un escenario de reconocimiento, y buscamos a través de él recuperar la escucha, la voz y la palabra, generar nuevos acercamientos, un juego de entendimientos en el que podamos hablarnos y escucharnos en la mayor familiaridad a partir de la cual aquello que separa se convierta en relación, no anulando la diferencia, sino, por el contrario, volviéndose materia prima del diálogo, convertida en punto de encuentro, intercambio y reconocimiento. Proponemos que experimentemos juntos la conversación como aproximación a la vida cotidiana, a la construcción de significados compartidos, de conciencia colectiva, de historia viva.
No queremos sentir a El Carmen de Viboral como un objeto fugaz, confiamos en convertirlo en la realidad expresiva de una intención, el «hogar» de nuestro encuentro, la vivencia de un nosotros, la vivencia de «lo nuestro».
No esperamos entonces de este espacio, generar un discurso racional con el fin de un consenso, en donde los interlocutores se sientan representados, nada de eso, queremos conversar, dialogar, escuchar, discutir.
En fin, lo que queremos es pensar el “encuentro” con una acepción más emotiva, pensar en el “encuentro” como la raíz de la fiesta, como la espontaneidad libre de una relación que ya no es mercantil ni interesada, sino que se deja conducir por la amistad, por una actitud de simpatía, por el bienestar común, por la vida buena.
Con los Encuentros Historia Viva no se pretende nada más que apostar por consolidar un programa en el que sea posible la actualización de nuestras costumbres, proponer un nuevo horizonte estético de contemplación de lo cotidiano, de la historia, de habitar el territorio, de divertirnos en él.
Memorias Encuentros Historia Viva