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Ciclo de cine » Notas cinematográficas para un discurso amoroso» Segunda Temporada 

Querelle. Título original: Querelle, ein Pakt min dem Teufel

 

Ficha técnica:
Dirección: Rainer Werner Fassbinder
Guión: Basado en la novela de Jean Genet. Burkhard Driest y Rainer Werner Fassbinder
Cámara: Xaver Schwarzenberger
Montaje: Juliane Lorenz
Reparto: Brad Davis (George Querelle), Franco Nero (Teniente Seblon) Jeanne Moreau (Lysiane)
Música: Peer Raben
Año: 1982
País: Alemania
Duración: 1: 48 minutos

Comentario:
Fassbinder es una mezcla de enfant terrible, proletario y chulo, cuyos veinticuatro largometrajes (desde 1967) brotan de una sensibilidad camp. Todos sus apetitos (por lo estrafalario, lo vulgar y lo banal en cuestiones de gusto; el uso de convenciones de cine antiguo; el movimiento ágil de un medio a otro; una cualidad lúdica y manierista) son los del camp y lo barroco. Querelle es la adaptación de la obra homónima de Jean Genet sobre un marinero sumamente atractivo que ejerce una extraña fascinación sobre todos cuantos le rodean. Transcurre en la ciudad portuaria de Brest, pero es intemporal, pues se ven estilos de ropa de décadas diferentes. Los tonos cromáticos, albas y crepúsculos en el mar se apropian de la mirada del espectador introduciéndolo sin dificultad en ese mundo extraño que se comienza a relatar. Un mundo de marineros, camareros, policías, delincuentes, cantantes de cabaret, prostitutas y travestis; un mundo imprevisible y cruel donde nadie es como parece. La banda sonora, especialmente el tema Each man kills the thing he loves, cantado por Jeanne Moreau quien interpreta a Lysiane dueña del cabaret, sobrevuela la atmósfera decadente, cruel, alucinante. Hay momentos como los duelos de navaja que son puro teatro o danza, coreografías y movimientos perfectos, belleza que emerge de lo terrible. El deseo erótico hace que el amor se deje empujar por el crimen para enfatizar una pasión sacrílega, maldita, imposible. “El concepto del homicidio evoca pensamientos del mar y los marineros. Lo que sigue a los pensamientos del mar y el homicidio es el concepto del amor o la sexualidad.” Son las palabras en off que abren Querelle al puro estilo Genet. Uno de los marineros de la embarcación La venganza grita a voz en cuello: “Finalmente tierra. ¡Y mujeres! Vaginas jugosas. Calientes y húmedas”, pero lo que vemos del puerto de Brest son dos enormes penes de piedra que salvaguardan el escenario central donde transcurrirá el drama. Un exceso de testosterona que conduce a otro lugar. Es un viaje interno del protagonista que arrastra al resto de los personajes, un descenso a los infiernos en búsqueda de la identidad que no existe por el sexo, que no se encuentra en el amor, que se deshace en el artificio de su teatralidad maldita. La función de la mujer, a través de Lysiana, parece estar más cerca de la posibilidad de leer, de interpretar, es una Diotima de los suburbios o los barrios bajos del puerto, adivina esas fuerzas ciegas que gobiernan a los hombres y que los condena a eso que Fassbinder más temía: la soledad.

 

 

Apreciaciones cinematográficas realizadas por: Paula Toro – Grupo Kinoks

 

 

 

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