Escrito por: Yeison Castro Trujillo, director del Instituto de Cultura El Carmen de Viboral.
Es probable que las nuevas ciudadanías de El Carmen de Viboral no estén muy enteradas de la figura de Don Carlos Jiménez Gómez, en tanto su vida y su obra; sin embargo, cabe reiterar la trascendencia y aporte que significa el legado que nos deja este especial hombre de libros, su literatura, así como las repercusiones y el compromiso estético y político de su pensamiento con su país.
Les queremos compartir, en el ánimo de recodar a un ilustre hijo de El Carmen de Viboral, el aparte de la participación del Instituto de Cultura en el Homenaje y conmemoración del natalicio a Carlos Jiménez Gómez con motivo de sus 90 años de vida, realizado el pasado 11 de septiembre del año 2020 en las instalaciones del Consejo Municipal y la Casa de la Cultura Sixto Arango Gallo.
Palabras del Instituto de Cultura El Carmen de Viboral
Homenaje a Carlos Jiménez Gómez en la conmemoración de su natalicio
Estamos muy honrados de poder estar aquí entre ustedes para festejar el natalicio de un gran lector, escritor y pensador carmelitano, agradecemos a quienes se unieron hoy a esta especial celebración, especialmente a los amigos y cercanos de Carlos Jiménez Gómez.
El país goza de la fortuna de tener a su propio Carlos Jiménez Gómez ya conocido por muchos, gracias a sus grandes hazañas y carácter como servidor incansable, lleno de cosas y acontecimientos, en sus diversas facetas en el ámbito de su vida pública.
Sin embargo, hoy queremos aprovechar también para hablarles de un Carlos Jiménez Gómez distinto, más privado, más personal, el nuestro, el carmelitano, el campesino de ciudad, aquel hombre nacido en un pueblo oscuro y frío, entre montañas cortadas, adustas y firmes, el lector activo y creador.
He tenido la oportunidad de seguir la vida y obra de Carlos Jiménez Gómez ya por algún tiempo, me ha interesado su escritura y la materia de sus días como pensador, como escritor, aunque tengo que confesar que aun permanezco bajo una media luz peculiar, en una penumbra que mantiene despierta la curiosidad y el asombro.
No quiero intentar, y no es nuestro interés proponer segmentar aquí, en este espacio, su vida vivida en una cronología de hechos y acontecimientos, como si fuese una lista de compras, por segmentos temáticos, muy contrario a ello quisiera enfatizar que más allá de hacer la suma de una suerte de hechos pasados, considero que desde sus diferentes búsquedas Carlos Jiménez Gómez nos invita todo el tiempo a una reflexión, a una interrogación recurrente, que se desdobla en varias para redescubrir sus afinidades. Es indudable que, en su caso, él no solo escribe su obra, sino que también escribe su vida dentro de ella, y ambas, -vida y obra- en su caso, son bastiones solidarios de una misma creación, de la responsabilidad que él mismo asume por su mundo.
No hay que tener precauciones para abordarlo. Abusaremos del privilegio de poder hablarle a un paisano de forma horizontal y abierta.
Queremos decirle como comunidad y como pueblo carmelitano, que pese a que aún hay muchas regiones oscuras en el conocimiento de su obra y de su vida por parte de las actuales generaciones, reconocemos en usted un reflejo de esos buenos tiempos de nuestra historia local, si pudiéramos decirle hasta dónde nos llegan nuestros conocimientos y cercanía hacia usted, y si es preciso adelantar una descripción general, la más adecuada tal vez es la que nos habla de una noble familia carmelitana, su “Retrato de familia” y sus recuerdo saludable de infancia por callejuelas estrechas, ventanas abarrotadas, las calles habituales de este viejo poblado parroquial gastando la vida a su manera, sus pasos por el kínder de la señorita María Gómez Gallo, sus estudios en la Escuela de Varones de El Carmen y el Instituto Caldas… Es cierto, otro mundo y otros tiempos.
Es de gran valía para El Carmen de Viboral hacernos merecedores de tan digno honor de gozar entre sus hijos gratos con un ser de tan ilustres cualidades y de su entrañable cariño que le profesa a su tierra natal. Hoy quisimos celebrar su natalicio junto a nosotros, para poderle expresar nuestro sentimiento de gratitud para quien ha sabido conservar con dignidad el título de hijo de El Carmen de Viboral.
Queremos seguir abonando esa sensación de cercanía y corresponder con el privilegio de gozar de su literatura, de su eficacia social y política como servidor del lenguaje, en la que ha sabido encarar con delicadeza y con asombro su canto a su tierra, a su país, a su pueblo y a sus plurales mundos.
Es nuestra intención, muy brevemente manifestarle a usted y a los suyos, nuestras palabras de asombro y gratitud a su vida y a su obra elaborada con tanta vigilancia amorosa y misteriosa cautela.
Muchas gracias Carlos.