En la Sala de Lectura José Manuel Arango
Sobre la charla “Literatura, historia y poder: Yo el supremo de Augusto Roa Bastos”
En 1974 apareció por primera vez la novela Yo el Supremo, una obra que junto a Hijo de hombre (1960) y El fiscal (1993) conforman la llamada “Trilogía Paraguaya” de Augusto Roa Bastos. Yo el supremo, cuyo estudio ha sido revitalizado en distintos escenarios por la conmemoración del centenario del nacimiento de su autor, hace objeto de reflexión la realidad paraguaya signada por el aislamiento, la guerra y la presencia de gobiernos autoritarios a partir de la figura de José Gaspar Rodríguez de Francia (1766-1840). Este personaje, extraído de la realidad histórica, fue Supremo Dictador de la República del Paraguay entre 1814 y 1840, y es retratado en la novela desde su intimidad alucinada por el ejercicio de un poder absoluto, cuyos alcances trascienden su propia muerte. La voz del dictador (desarrollada en distintos discursos narrativos) ocupa la centralidad de la novela y le presta integridad a esta obra esencialmente fragmentaria e intertextual, la cual no solo ha sido entendida como una novela histórica o una biografía novelada sino como una reflexión sobre los límites del lenguaje.
A primera vista, se puede describir al dictador como un personaje típicamente anómico, que en el ejercicio de un poder desbordado trasgrede todo tipo de regulación (moral, jurídica, incluso religiosa) y, como efecto, socava las bases sobre las cuales se puede dar estabilidad a las distintas relaciones sociales; su gobierno crea un ambiente de corrupción y arbitrariedad. La novela, al partir de la intimidad de Rodríguez de Francia, no solo humaniza al dictador sino que también lo hace presa de las situaciones anómicas que él mismo ha creado. Estas situaciones anómicas encuentran correspondencia –y a veces su origen– en la organización narrativa de la novela: la voz del dictador se desarrolla en diversos tipos de discurso narrativo, definidos por la misma novela (apuntes, cuaderno privado, circular perpetua, notas, entre otras), en los cuales otros textos, históricos o literarios, se insertan en forma de citas, alusiones y plagios deliberados. En la atmósfera anómica que crea la novela, el personaje pierde su voz a medida que gana terreno una voz (la voz de la Historia) que lo juzga.
Sobre el ponente
Andrés Álvarez Arboleda (El Carmen de Viboral, 1991) Abogado y profesor de cátedra de la Universidad EAFIT. Estudiante de Maestría en Literatura de la Universidad de Antioquia. Fundador y codirector de la revista cultural Opinión a la Plaza. Varios de sus cuentos, poemas y artículos de fondo se han publicados en medios como El Espectador, la revista Prometeo, el periódico del Festival Internacional de Teatro de Manizales y Opinión a la Plaza. En 2017 participó como poeta invitado en el XXVII Festival Internacional de Poesía de Medellín.