Ciclo de cine ” Notas cinematográficas para un discurso amoroso” Segunda Temporada.
La Marquesa de O
Ficha técnica:
Dirección: Eric Rohmer
Guión: Basado en la novela de Heinrich Von Kleist
Cámara: Néstor Almendros
Montaje: Cécile Decugis
Reparto: Bruno Ganz (El conde), Edith Clever (Julieta, La marquesa), Peter Lühr (padre de la marquesa), Edda Seippel (madre de la marquesa).
Productora: Les films de Losange
Año: 1977
Color
País: Francia-Alemania
Duración: 1:42 minutos
Comentario:
“La Marquesa de O” es una película que lleva la literatura tanto como la pintura a la pantalla. La obra homónima de Heinrich Von Kleist escrita en 1805 y ambientada en Italia con tintes románticos y góticos, es retomada por Eric Rohmer a través de una singular puesta en escena, la cual recrea no sólo una novela de época sino que deja preguntas acerca de los prejuicios morales que quizá aún se mantienen debido a los ideales de casta, pureza o acato a la autoridad patriarcal que recaen sobre la mujer particularmente, asimismo, la intensidad soterrada del deseo erótico que irrumpe a modo de pesadilla en el imaginario idealista e histérico que ya se asomaba a comienzos del siglo XIX en la sociedad burguesa europea. La puesta en escena de Rohmer y de su cámara Néstor Almendros, saca provecho de la locación y la luz natural para inscribir los cuerpos de los personajes en “cuadros vivos” a manera de pinturas de Füssli e Ingris. El combate entre la luz y la oscuridad pasa en esta película por la lectura de Kleist en el caos social de la guerra pero también de Murnau, el más romántico de los expresionistas, un director adorado por Rohmer haciendo homenaje a su “Nosferatu el vampiro”, esta vez con Bruno Ganz, el mismo actor del “Nosferatu” de Herzog, interpretando al conde ruso, cuya posesión erótica a través de una elipsis esencial en el desencadenamiento del relato, no deja dudas sobre los prejuicios sociales que se reflejan en el miedo atormentado hacia el cuerpo y que por ende dan lugar a su vejación. En este tejido fantasmal, con alusiones góticas, la lucha del deseo hace indefinible y espectral el sentimiento amoroso, los ideales y los roles definidos de una sociedad anclada en la tradición, donde la mujer pierde por el falso lugar en que la confinan, son tan fantasmales que el amor es amenazado por la sombra de los prejuicios, la exclusión y el ultraje. La ambigüedad de los sentimientos, que en un mismo ser se reúna la salvación y la perdición, la incredulidad de los representantes de la moral, y la deshonra que proviene del medio construyen magistralmente esta obra.
Tomado de www.grupokinoks.blogspot.com
Apreciaciones cinematográficas realizadas por: Paula Toro – Grupo Kinoks